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No naciste poco creativo: por qué la creatividad es la estrategia más humana del marketing

Escrito en colaboración con la IA.



“Yo no soy creativo.”

Esa frase la hemos dicho todos alguna vez. Suena inofensiva, pero encierra algo triste: la idea de que la creatividad es un privilegio reservado para unos cuantos genios, cuando en realidad es una condición humana. Desde que aparecimos en el planeta, el acto de crear ha sido la forma más natural que tenemos de sobrevivir. Y en el marketing, no hay diferencia: toda estrategia efectiva parte de esa misma necesidad de resolver, imaginar y conectar cosas que antes no estaban conectadas.


Rick Rubin, en The Creative Act: A Way of Being, dice que la creatividad no es algo que haces, sino algo que eres. Y tiene razón. No es un talento ni una técnica, es una forma de estar en el mundo. En comunicación y en marketing, ser creativo no es un lujo, es una manera de pensar que define el rumbo de una marca. Es la capacidad de ver lo que hay y pensar que podría ser distinto. El problema es que, en algún punto, nos convencieron de lo contrario.


Cuando éramos niños, todos éramos creativos. Inventábamos historias, mezclábamos colores imposibles, usábamos una caja como nave espacial y un palo como espada. Nadie nos decía cómo se debía jugar, porque el juego era la forma más pura de pensar. Hasta que llegó el momento en que alguien —una maestra, un adulto o el propio sistema— decidió enseñarnos a hacerlo “bien”.


“El sol no es verde.”“Así no se dibuja.”“Eso no tiene sentido.”


Y con esas pequeñas frases, aprendimos a dudar de lo que imaginábamos. Nos enseñaron a dejar de experimentar, a temerle al error y a confundir la creatividad con la rebeldía. Dejamos de crear para empezar a obedecer. Desde entonces, la mayoría no perdió la creatividad, solo la escondió debajo del miedo a hacer el ridículo.


El valor del intento

La filósofa Margaret Boden explica que la creatividad no surge de la nada, sino de conectar elementos conocidos de formas nuevas. Es decir, todos somos capaces de ser creativos porque todos tenemos algo que combinar: ideas, experiencias o intuiciones. Y eso aplica directamente a la estrategia de marketing: las marcas que logran destacar son las que saben conectar lo que ya existe de una manera diferente, más relevante, más humana.


Lo que a veces pasa es que confundimos creatividad con arte. Pensamos que solo los pintores, los músicos o los publicistas son creativos, y que el resto simplemente “no nació para eso”. Pero un chef que inventa una receta con lo que queda en el refri, una mamá que se las ingenia para que su hijo coma verduras o un equipo que encuentra una manera distinta de contar la historia de su marca también están ejerciendo creatividad. No tiene que verse bonito, tiene que servir. Esa es la esencia de cualquier estrategia de marketing bien pensada: encontrar soluciones creativas que funcionen.


El problema no es la falta de ideas, es la falta de permiso. Decir “no soy creativo” es más cómodo que arriesgarse a probar algo que tal vez no funcione. Porque crear implica exponerte, equivocarte, parecer tonto. Pero justamente ahí está la esencia de la creatividad en marketing: en atreverse a moverse sin garantías. Como dice Rick Rubin, el arte no se trata de perfección, se trata de expresión.


Conectar lo que existe

No necesitamos aprender a ser creativos, necesitamos recordar cómo se sentía serlo. Volver a mirar las cosas con curiosidad, a probar sin esperar aprobación, a equivocarnos sin vergüenza. La creatividad no se enseña, se reencuentra. No ocurre en un taller ni en una oficina de marketing, sino en la vida diaria, en cómo percibimos y resolvemos el mundo. La verdadera estrategia surge de esa misma energía: pensar distinto, conectar con propósito y crear algo que tenga sentido.


Así que no, no naciste poco creativo. Solo te lo dijeron tantas veces que decidiste creértelo. La creatividad no es un don especial, es nuestra naturaleza. Y mientras sigamos creyendo que pertenece solo a los que tienen talento, seguiremos viviendo por debajo de nuestra propia capacidad humana. Crear no es arte, es memoria. Y recordar que puedes hacerlo no es un lujo: es volver a ser tú.




Fuentes:

  • Rubin, Rick (2023). The Creative Act: A Way of Being. Penguin Random House.

  • Boden, Margaret (1990). The Creative Mind: Myths and Mechanisms. Stanford University Press.

  • American Psychological Association (2022). The Science of Creativity.

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