La IA quiere quitarnos la chamba: el futuro del creativo en la era del Creador-IA
- Alberto Aroesti

- hace 4 días
- 4 Min. de lectura
Escrito en colaboración con la IA.
Hay un miedo que nadie confiesa en voz alta, pero que todos cargamos como quien guarda un secreto incómodo: ¿y si un día la IA sí entra a la oficina, se sienta en nuestra silla y hace nuestro trabajo mejor, más rápido y sin pedir sueldo? Se volvió real el día en que descubrimos que Midjourney hacía en segundos lo que a nosotros nos costaba una madrugada, o cuando ChatGPT redactó un copy decente mientras aún estábamos pensando cómo abrir el archivo.
La IA está avanzando a un ritmo incómodo, sí. McKinsey estima que alrededor del 30% de las tareas laborales del mundo podrían automatizarse para 2030. Esa cifra suena a fin de los tiempos, pero la parte importante está escondida en lo que ese número realmente significa: tareas. No trabajos completos. No oficios enteros. Tareas. Las pequeñas, las repetitivas, las que hacíamos en automático, las que jamás presumimos en nuestro portafolio.
El World Economic Forum proyecta que casi la mitad de nuestras habilidades actuales van a quedar obsoletas antes de 2026. Lo interesante es que no hablan de creatividad, sino de las herramientas que usamos para ejecutarla. La creatividad en sí no está en riesgo; lo que está en riesgo es la forma superficial en la que la ejercemos cuando hacemos cosas sin pensamiento detrás.
Mientras eso pasa, Adobe publica que el 70% de los creativos ya usa IA de manera cotidiana. No porque sea moda, sino porque es útil. De hecho, quienes la integran bien trabajan cerca de un 28% más rápido. La IA no nos está quitando la creatividad: nos está quitando el tiempo muerto. El refill de café que tardaba lo que tardaba la exportación. Las diez versiones del mismo diseño que nadie quería hacer. Los textos que solo existían para “llenar” un espacio.

Y sin embargo, en el fondo sabemos que la IA hace muchas cosas muy bien… y muy rápido. Borrar fondos, generar alternativas, producir bocetos, recopilar información superficial. Todo eso le sale mejor porque es, literalmente, una máquina. Pero aun en su velocidad absurda, la IA sigue sin entender cuándo una marca suena hueca, cuándo un diseño se siente vacío o cuándo un copy tiene una energía que simplemente no corresponde con el momento cultural. Puede combinar estilos, pero no sabe cuándo es el correcto. Puede generar ideas, pero no sabe si son buenas. Puede escribir, pero no sabe si está diciendo algo que valga la pena.
Ahí aparece la frontera verdadera: la que separa la producción del criterio.
Accenture describe que alrededor del 40% del trabajo global está expuesto a IA generativa, pero también aclara que los roles basados en juicio, sensibilidad y dirección siguen siendo los menos automatizables, y es lógico, la IA no se crió viendo comerciales, no tiene referencias culturales, no tiene contexto ni calle. No creció viendo cómo un cliente frunce el ceño, cómo una tendencia muere o cómo una marca pierde credibilidad por un tono mal empleado. No entiende lo tácito, lo frágil, lo humano.
Y aquí llega la parte que puede incomodar, porque es la verdad sin maquillaje: el peligro no es la IA; el peligro es parecerte a ella. Ser el creativo que produce sin pensar. Ser el diseñador que solo sigue instrucciones. Ser el copy que redacta por inercia. La IA no reemplaza talentos; reemplaza hábitos. Y en esta industria, hay muchos hábitos que hace años necesitaban desaparecer.
HubSpot y Jasper descubrieron algo revelador: aunque el 64% de marketers ya usa IA de forma activa, solo el 13% teme perder su empleo completo. El resto teme perder tareas. Las mismas tareas que, si somos honestos, nunca fueron el corazón de nuestro oficio. Lo que se está evaporando no es la creatividad: es la ejecución sin criterio.

El futuro del creativo no es competir contra una máquina. Es aprender a dirigirla. A preguntarle lo correcto. A usarla como acelerador, no como sustituto. A entender que la IA puede generar diez mil imágenes, pero solo un humano puede elegir cuál cuenta la historia correcta. A reconocer que la IA puede escribir, pero solo un humano puede decidir qué merece ser dicho.
Eso es el Creador-IA: un creativo capaz de mezclar sensibilidad humana con potencia tecnológica sin perder la intención. Alguien que ya no ve a la IA como amenaza, sino como músculo. Alguien que entiende que el valor no está en producir, sino en elegir. En leer. En decidir. En pensar.
La pregunta ya no es “¿la IA nos va a quitar la chamba?”. La pregunta es otra, mucho más honesta: ¿qué parte de mi trabajo puedo dejar que la IA haga para que yo pueda hacer la parte que sí importa?
El creativo del futuro no trabaja más rápido que la IA. Trabaja mejor que quien no la usa.
Y eso, curiosamente, nos regresa al principio de todo:
No te va a reemplazar una IA.
Te va a reemplazar alguien que sí aprendió a pensar con ella.
Fuentes
McKinsey Global Institute. (2024).Generative AI and the future of work in America.
World Economic Forum. (2025).Future of Jobs Report 2025.
Adobe. (2024).State of Creativity Report 2024.
Accenture. (2024).Work can become something new in the era of generative AI.





Comentarios