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NFL: El ritual que se convirtió en religión del marketing

Escrito en colaboración con la IA.



Este fin de semana fue una gran época para estar vivo. Por fin, D-s escuchó mis rezos e hizo que el tiempo se me pasara volando para poder estar empotrado en mi sillón, creando la forma de mi cuerpo en él, y no separar mi vista de la gran NFL. Arrancó la temporada 25-26 de la liga y, de pronto, los domingos dejaron de ser domingos para volverse un ritual que millones esperan con ansias. No importa si eres fanático hardcore o si solo te gusta tener las alitas y la cerveza listas, la NFL se metió en la vida de la gente como algo mucho más grande que un simple deporte. Para algunos es cultura pop, para otros es identidad y, en mi caso, la defino como la mejor serie de televisión de los últimos 104 años. Pero, para el marketing, es literalmente una religión en formato premium.


nuestro sillón, nuestro templo

Y es que, seamos honestos, el domingo de NFL no es solo un juego. Es ese momento en el que el sillón se convierte en templo, la tele en altar y las alitas en ofrenda. Es la rutina de prender la pantalla a la misma hora, reunirte con amigos o familia, ponerte el jersey de tu equipo y gritarle a un árbitro que jamás te escuchará. Repetimos el ciclo cada semana: expectativa, drama, sufrimiento y celebración. Y aunque suene exagerado, eso tiene nombre: ritual. Una práctica compartida que, sociológicamente, es la gasolina de la pertenencia.


Los fans no consumen un partido, consumen identidad. Es gente que se tatúa colores, que arma viajes completos para ver a su equipo, que discute en redes como si defendiera a su familia. Psicográficamente, buscan pertenecer, conectar y tener un idioma común. Los Cowboys no son solo un equipo, son “America’s Team”, casi un pasaporte cultural. Los Raidersson caos y rebeldía urbana. Los Packers son comunidad y tradición. Cada franquicia es una manera de vivir, una actitud. Cada equipo es una micro religión y cada fan, un creyente. Cualquier marca que quiera entender lo que es fidelidad de marca debería sentarse a mirar cómo lo hace la NFL.


identidad y micro religiones

Y detrás de tanta pasión, nada es casualidad. La NFL domina el big data como nadie: sabe qué audiencia ver, qué historias empujar y qué partidos llevar a Londres o México para hacer devotos en nuevas tierras. Lo de Taylor Swift y Travis Kelce no fue solo amor: fue estrategia de marketing cultural. La liga olió el potencial, la cámara enfocó y los hashtags hicieron el resto. De pronto, millones de personas que jamás habían visto un touchdown estaban googleando qué era un tight end. Eso no es chisme de farándula: es marketing deportivo de primer nivel.


Lo más loco es cómo la NFL logró apropiarse del calendario. Sunday Night, Monday Night, Thanksgiving, Super Bowl… ya no son partidos, son festividades culturales. Son fechas que marcan la agenda de millones y que las marcas adoran porque saben que ese día los fans no se mueven del sillón. Si quieres exposición masiva, te metes a la NFL como si fuera una festividad religiosa.


Y aquí estamos: Week 1 nos recuerda que la liga no compite con otros deportes, compite con todo lo que busca tu atención. Y gana. Porque lo que vende no son yardas ni touchdowns, lo que vende es comunidad, identidad y ritualidad. Ese es el milagro del marketing NFL: cuando conviertes tu producto en religión cultural, no necesitas clientes, tienes creyentes.

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